lunes, 20 de septiembre de 2010

Gracias por los espejos en la vida que me pones.



En que momento dejò de darme verguenza 
sentada en una piedra, en medio del campo, viendo a la muchedumbre. Y en ese momento alguièn decìa "Que no te dè verguenza" dicelo, eso es entre tù y èl.
Y me unì a la muchedumbre, y yo que pensè que llorar en esas situaciones era rìdiculo, ahì estaba quebrando mi voz sin poder evitarlo, dando gracias infinitas. Sintiendo ese inmenso amor del cuàl no me imaginaba digna de recibirlo.
No me queda màs que darte las gracias eternamente agradecida Jesus.
Gracias Padre por este inmenso amor.
Gracias Espiritù Santo por entrar a mi cuerpo
Gracias Jesus por recordarme que estàs aquì.